martes, 26 de noviembre de 2013

Noche

Oscuro espejo en el que nos quedamos solos con nuestros miedos.

Noche.

¿Qué tienes que atraes y das miedo por igual?

Casi todos los buenos momentos confesos se pasan de noche

... y sin duda el total de los más inconfesos.

Noche, metáfora del mal tantas veces:
(La Noche Triste, la Noche de los Cristales Rotos...)
y sin embargo perfecta cuando han querido que lo seas
(la Noche Oscura del Alma, la Ronda de Noche)

¿Por qué yo mismo que te escribo
no entiendo en qué le ganas al día
y sin embargo sé que el negro de la tinta
es el negro de la noche?

¡Cuánto miedo he pasado de noche
esperando la luz que trajera otro día;
cuántas lágrimas tristes vertidas de noche
recordando en mi insomnio riquezas perdidas!

Noche. Siempre noche.

En ti han quedado mi primer beso y mi madre arropándome en la cama,
en ti he vivido entre vinos comuniones de guitarras y de amores,
en ti he tenido todo lo bueno de esta vida
y en ti he tenido todo lo malo de esta vida.

¿Por qué, noche, por qué serás tan noche
y nos provocas en nuestro imaginario
haciendo que escribamos, que cantemos, que pintemos
tratando de deshacer una madeja
que sabemos va a estar siempre embrollada?

No quiero saberte, noche, sólo quiero otra vez que deslumbres
con tus miles de estrellas de una noche clara
y que asustes con truenos tremendos al mundo

                                                                                                   y que tiemble al sentir una luz en tu seno...


Tal vez lo único cierto es que un día es la metáfora perfecta

de una vida.

sábado, 16 de noviembre de 2013

En el ángulo oscuro

Del salón en el ángulo oscuro
¡Otra vez del salón en el ángulo oscuro!
¿Qué tendrá del salón ese ángulo oscuro
que me mira y me llama y me coge y me tuerce?

Del saber en el ángulo oscuro
¿Qué tendrá en el saber ese ángulo oscuro?
¿Qué belleza de oscuro saber me amenaza?
¿Qué sentir traicionero me vuelve navaja?

Del saber en el alma hay oscuro
¿Qué me pasa que dentro hay oscuro?
¿Qué me duele que vuelvo a ser puro?
¿Qué rincón en el angulo oscuro del alma
se vuelve en un cuarto el sonido del arpa?

martes, 5 de noviembre de 2013

Génesis

Mi colina es un cerro adornado de árboles,
debajo está la choza en que me guardo,
que va y viene conmigo adonde vaya
como van las tortugas a cuestas con su casa.
Horizonte infinito de dehesas.
Una manada baila como un todo,
detrás parece guiarlas una fiera
que la hace huir, correr, desesperada.

El sol ya va quemando toda mi piel desnuda.
No puedo avergonzarme: Mi alma es pura.

Hoy no quiero cazar, me acerco al río
y las aguas mi cuerpo sucio envuelven
mientras ella, coqueta, se acicala
con su peine de cuerno de venado.

Me embadurno en el barro de la orilla
Los mosquitos me están mortificando
parecen encontrar mi sangre ardiente
su manjar favorito en la llanura.

¿Qué me depara el día? ¿Un sol radiante?
¿O una lluvia que al fin mi piel refresque?

Las sombras son pequeñas: mediodía,
 no hay nadamás que hacer, vivir la vida;
no sé lo que es pudor,
ni qué es vergüenza:
Mi mente aun no ha perdido la inocencia

Encuentro una piedra afilada y dura,
con un extremo romo a modo de hendidura;
busco una vara larga y la sujeto:
Ya tengo un arma nueva; el cómo es mi secreto.

Todavía no hay nadie que posea nada,
porque Dios nos permite aun ser puros
mantener la inocencia animal e inmadura
y nadie está desnudo,
porque no hay vestiduras.

Todavía no importa haber matado a otro,
pero sentimos pena cuando se van los nuestros.
¿Nos volvermos pronto pecadores?
¿Despertará por fin lo que no es bueno?

Un día habrá muy pronto,
con hombres adornados
sus vergüenzas cubiertas
cometiendo pecados
alguno tendrá algo
y querrá algo de otros.
romperemos al mundo nuestros votos;
pero ese aciago día
por suerte aun no ha llegado,
y aun somos como niños
aun despreocupados.


Llegarán las parejas,
las llamaremos nuestras,
pronto querremos más
de lo que da la tierra...

Pero aun vamos desnudos
y aun corremos libres
dejando a nuestros muertos
atrás para las fieras.
No hay nada que nos turbe
sólo la dulce espera
de feliz recompensa
y de indómita entrega.

Pequeños, inocentes, sin consciencia de nada
desonociendo el día en que el pecado
va a mancillar la tan perfecta obra
de un ser que es superior y que domina
al mundo alrededor y participa
del ciclo siempre justo de la vida:
Tu me matas, te mueres y termina.