domingo, 30 de septiembre de 2018

Circo.

Te espero en silencio, no llevo armadura
tan solo mi gladio que espera en su funda
me afirmo en la arena, mi cuerpo ya suda
y la piel morena brilla en su tonsura.
Y nadie me admira, esto no es un circo,
la lucha es tan nuestra que es tuya y mía
tal vez si nos vieran se sorprenderían:
La arena, mi gladio y los contendientes
se van acercando en total silencio
salvo por el canto de una ave marina
que lamenta en alto lo que está pasando
pues sabe que pronto en profundo silencia
empieza el combate que llevo por dentro.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Mediterráneo

No te importa que estén descarnados sus huesos
ni te causa sonrojo su cráneo pelado
no te importa el cadáver que a tierra has tirado
porque es cosa de hombres, de seres humanos.

No te importa el pirata ni el que vende esclavos,
el que aborda barcos o el que es arrojado
no te importan las guerras y ni los ahogados
alimentan tu ego grandioso y salado.
Los cuerpos desnudos, la incruenta basura
las cosas que tiran, que nadie te cuida
eres inconsciente de puro eviterno
millones de estíos, millones de inviernos
contemplan tus aguas como aquellos astros
que suben y bajan mostrándose opacos.
Y ni con tu furia te muestres clemente
ni tu mansedumbre te hace despiadado
eres sol y muerte, eres lluvia y vida,
eres carretera, sustento y comida,
y ni los mil pecios ni los mil tesoros,
ni nada que albergues te hace poderoso,
porque sólo siendo, mar Mediterráneo,
eres tan distante y eres tan cercano.


miércoles, 8 de agosto de 2018

Arribada.

En orgiástica y fecunda baraúnda
de cuerpos apenas púdicos
una turba de personas se congrega frente al mar.
de pronto una niebla espesa se aparece
y la gente enmudece en su jolgorio.
Allá donde los pechos se mostraban
sólo hay prisas y un clamor que se apresura
y corre hacia sus coches aparcados
para dejar la playa y su lisura.
***
Y el viejo almirante tiene miedo,
en su cama se mueve y se revuelve
y piensa que ha llegado ya el momento de negrura.
Se escucha una campana que le anuncia
con un triste repique que ha llegado
el diábolo de arena a su postrer
y un brazo frente al palo de mesana
pica la hora.
¿Quién ha soltado amarras,
quien del ancla ha jalado provocando
del viejo tablazón el movimiento?
¿Zarpamos ya? ¿Hacia donde?
Y en su cuarto de espera interminable
certifica un doctor de bata blanca
que el dolor ha cesado...
***
Ya están todos: Esos sonoros nombres de hace años
corean la maniobra a pie de jarcia
los obenques se pueblan y en cofa
alguien grita contento ¡Estamos todos!
Y el viejo portalón de blancos palos
se echa un lado porque el contramaestre
maniobra general está ordenando.
Y todo el trapo baja, blanco y puro,
y se hincha mientras portan las velas:
Hoy no ceñimos no, que viento en popa,
buscamos recorrer pronto el camino.
***
el viejo almirante está contento:
Ya no es viejo ni sabio, que es grumete,
la nueva singladura desconoce,
pero todos los rostros le sonríen
le dan la bienvenida y le reprochan
haber tardado tanto.
***
En la playa ya sólo queda un hombre...
un hijo que se queda solo al frente.
El no mira turgencias y ni el  frío,
ni la niebla ni el mar le causan nada;
ha escuchado el repique entre la niebla
y sabe que ha partido el viejo diablo,
que uno más ya tripula el blanco barco
que a la otra orilla va cruzando el arco
de las aguas someras y del llanto.

jueves, 24 de mayo de 2018

Pedroso.

Me adentro en la penumbra
a encontrar el murmullo de las ninfas
y dejarme mecer por el arrullo
que detiene el vivir y te transporta.
En vano he arañado mis rodillas
pues el umbrío sendero está vacío:
Ya hace tiempo se fueron de la tierra.

Tal vez el erotismo de la selva,
del murmullo del río, de ese aire
que al final emborracha y te transporta...
¡qué se yo! Ya no hay tiempos detenidos
y por más que me adentro en la penumbra
y que el sol me motea entre las ramas
no oigo el canto hechizado de las diosas.

Otra vez lo he intentado ¿Cuántas veces
me dejaré llevar por un sendero
del que encuentre el final?
No es lo que quiero:
Quiero un día vagar y despertarme
en un parnaso oculto que me acoja
y me aparte de todo lo que ensucia
la esencia de mi ser y mi presencia.

Y así poder al fin, de mí desnudo,
con las heladas aguas envolviendo
al mismísimo yo estaré en la roca
escuchando una lira o una flauta
contemplando sus lívidas figuras
casi etéreas de luz y de misterio
de bellas ninfas puras y en sus bocas
tal vez ver los arcanos de mis sueños...


jueves, 15 de marzo de 2018

En el pinar (III)

Regreso temeroso hacia mi coche
De la luz queda poco,
Aprieto el paso,
Recordando la tarde que he pasado.
“¡Quién tuviera un bastón
O una linterna!”
Escucho de los perros los ladridos
Un relincho, el mugido de una vaca.
Un coche ronronea
¿Será el mío?
No me importa, pues todos mis anhelos
Se centran en volver pronto a mi casa
Aunque no tenga a nadie a quien contarle
La fusión de los pinos con el cielo
Ni la sal confundida en la resina
Ni los golpes de un ave en la corteza
Que acompasan y van marcando el ritmo
De los hombres que corren,
De los niños.
¿Habrá alguien que me entienda?
¿Alguien lo siente?
Sentirlo como un todo ¿es algo mío?
¿Los que corren, los niños, el caballo
Sienten de la naturaleza el equilibrio?
Empieza a oler al fuego de las casas
Que jalonan el bosque.
Un estallido, tal vez alguien en moto.
¡No apaguéis el sonido de las olas!
¡No borréis de los cuervos el graznido!
Escucho una lechuza.
Y un arbusto cercano se remueve
¿Será el sabio tejón? ¿O será un zorro
En busca de una presa?
Un inquieto gruñido me avisa que molesto
Y acelero mis pasos;
“Ya me voy, ya me marcho.
Ya sé que no es mi sitio.
Regreso a la ciudad, a mi rutina
Pero aunque tengo que dejar atrás los pinos
Recordad una cosa:
Este sitio es tan vuestro como mío,
Yo también formo parte del sistema.
Porque yo aquí he llorado y he besado
 y he corrido,
He recogido setas, visto ardillas
Y el nido de un azor he conocido
La guarida de un zorro o de un conejo,
Y he recogido moras
Y de plantas y flores he aprendido.
Las zarzas llevan algo de mi sangre
Y algunas piedras me han despellejado
¿Creéis que soy un intruso?
Soy Doniños”

Breamo

Se oculta tu figura entre la niebla
y aunque a ratos parece que insinúas,
el cielo oculta al mundo del santuario
de Lug donde los druidas dominaban
 desde un tiempo ya arcano de penumbras.


Te escondes como un viejo relicario
y yo fijo en tu seno mi mirada,
buscando el esplendor de una escondida
-entre brumas y orballos- primavera
de añoranzas, misterios y de vida.

No veo tras la lluvia el lar sagrado
y la tierra de Andrade está velada:
Protege tu pudor una cortina
cual  los condes descansan en la tierra
tras siglos de tristezas y penuria.

Hoy las piedras mojadas entre ellas
secretos milenarios se murmuran,
y que siempre has estado vigilando
y no saben, montaña, que ya estabas
e incluso antes que el mal ya habías llegado.


Necesito que lleguen ya los rayos
del astro protector a tus laderas.
No te veo, Breamo, y no me turba,
para mí tu silueta es mi pasado.