lunes, 25 de julio de 2016

Que no puedo contigo

Que no puedo contigo
que tormenta te vuelves cuando sale
de tu ser ese fuego inapagable
que me seca por dentro y me reseca.

Que quererte es difícil por ti misma
y aunque hermoso es un reto
y no puedo dejarlo
es mi droga, mi fin y mi sustento
que por dentro me ahoga.

Que no quiero dejarte
que he pasado contigo los tormentos
que tuvimos los dos
y resolverlo
fue siempre lo mejor del sufrimiento.

Que tu fuego me quema y no se apaga
y en el fuego se leen letras de fuego
que me dicen a modo de susurro
que no puedo contigo.

lunes, 18 de julio de 2016

Cosas muy pequeñas

La vieja señora y su viejo, viejo perro
me miran acuosos con sus ojos de vidrio
cataratas de tiempo que derrama su paso
ignorando sin duda que en muy poco tiempo
no serán lo mismo, si no sólo un recuerdo.



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Con tus ciclos, mujer al fin y al cabo,
jamás fuiste costilla de tu amado.



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Yo me fui, atraído por el tiempo,
y un día las sirenas pidieron que volviera.


*******


Que raro es este viento que me aleja de lejos...
como si hubiera un tiempo que me hiciera más joven.


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Mientras alguien se mata
en algún sitio del mundo
su candor lucha inerme
contra los más profundo,
para ella es la batalla
más grande la historia
porque quiere atreverse
a subir a la noria.

lunes, 4 de julio de 2016

Y todo se acaba

Y todo se acaba.
Empieza de repente
con un cuerpo en el gélido zafiro,
con cierto olor a pino
con una esmeralda que te posee
y no te deja salir del pensamiento
del ascua en el hogar.

Atrapado en el ácido sabor
de otra copa de vino
-la siguiente-
y en el dulzor fragante de las viandas
te arrulla un acento cantarín,
que es ronco y suave,
y te embruja hasta el último conjuro...

Es Julio, y sólo hay un manto de estrellas
y un rumor de olas.
Tú te has rendido
y a lo lejos ladra un perro
porque a lo lejos siempre ladra un perro.
Te rindes al amor con los acordes
de un canto de guitarra
entonado por un torpe inexperto
que celebra el estío.
Pero un amor tranquilo
de pasear de la mano en la alameda
de encontrar los rincones que no existen
si no es para los amantes
de hacer los pasos lentos,
de robar un beso.

No quedan más que cuatro rezagados:
la crisis no se ha ido
y estamos levantando nuestras almas,
y a cada visitante
que afea la afluencia
(o más bien esa ausencia de afluencia)
contamos una excusa;
y es raro, porque todos,
amamos esas noches
de amor y confidencias
de verdes botellas de vino blanco
de guitarras y cantos desgarrados
de pasión y de impericia.

Es Julio en Ferrol,
y todo se acaba:
Se acaba porque llega un nuevo agosto,
se acaba porque hoy hay luna nueva,
se acaba porque llega San Lorenzo
con su lluvia de lluvia,
con su lluvia de estrellas.

Y en una playa triste y solitaria
dos jóvenes se besan
porque, ingenuos, tan solo en ellos piensan.
Sólo escuchan las olas que les mienten,
sólo escuchan los cantos de sirenas:
el mismo Poseidón quiere embrujarlos
y  decirles que aquí es donde se empieza

Y en su casa un anciano peina canas
y apura su aguardiente en la certeza
de que no hemos vivido los comienzos
y que todo se acaba.

Tal vez un día empiece algo distinto,
otra noche de julio y vino joven,
otro amor de guitarra y chipirones
de ajo y perejil, y de achuchones...

Pero como un cuento de niños que espera
a que al fin dobles la última página,
como el fuego que alumbra una queimada
aquí, todo se acaba.