martes, 23 de junio de 2015

Magdalena

La vieja Magdalena está dormida
Y a la espera de que alguien le despierte.
Está harta de promesas:
¡Sus amantes la engañan tantas veces!
Las promesas de algunos de vestirla de oro
Otros que le aseguran “nos gusta cómo eres”.
Descreída no espera que ninguno las cumpla,
Que recuerde sus años de belleza serena
Ni oculte las arrugas que le ha dado la vida.

La vieja Magdalena está cansada
¿Vendrá alguien que le cure sus heridas?
Se está quedando sola,
Recibiendo esporádicas visitas
Algunos trovadores han venido a rondarla
Su romántico canto que despide al invierno.
Arranca de sus labios una tenue sonrisa
Pero antes de que llegue el calor de primavera
Las guitarras se guardan, la música se apaga

La vieja Magdalena está algo enferma.
No hay médico que alivie sus dolores
Le aquejan las angustias
No hay socorro que calme sus temores.
Ve zarpar a los barcos y se muere de pena
Se marchita pensando que tal vez ya no vuelva
La belleza pasada que admiraron mil hombres
Y aunque en la primavera la coronen de flores
Sabe que en el verano añorará esos días.

¿Qué futuro te espera, mi señora?
¿Habrá quién reverdezca tus laureles
Y te saque la pena?
¿Será alguien capaz de embellecerte?
Tus vecinos se ausentan con excusas etéreas,
Las visitas comentan “debió de ser muy bella”
Pero nadie te cuida porque nadie se queda
Y tú anhelas silente que te llegue tu hora
Pues no quieres ser vieja, mi bella Magdalena.

Publicado en Lluvia fina el 26 de Marzo de 2013.

lunes, 22 de junio de 2015

En el pinar (III)

Regreso temeroso hacia mi coche
De la luz queda poco,
Aprieto el paso,
Recordando la tarde que he pasado.
“¡Quién tuviera un bastón
O una linterna!”
Escucho de los perros los ladridos
Un relincho, el mugido de una vaca.
Un coche ronronea
¿Será el mío?
No me importa, pues todos mis anhelos
Se centran en volver pronto a mi casa
Aunque no tenga a nadie a quien contarle
La fusión de los pinos con el cielo
Ni la sal confundida en la resina
Ni los golpes de un ave en la corteza
Que acompasan y van marcando el ritmo
De los hombres que corren,
De los niños.
¿Habrá alguien que me entienda?
¿Alguien lo siente?
Sentirlo como un todo ¿es algo mío?
¿Los que corren, los niños, el caballo
Sienten de la naturaleza el equilibrio?
Empieza a oler al fuego de las casas
Que jalonan el bosque.
Un estallido, tal vez alguien en moto.
¡No apaguéis el sonido de las olas!
¡No borréis de los cuervos el graznido!
Escucho una lechuza.
Y un arbusto cercano se remueve
¿Será el sabio tejón? ¿O será un zorro
En busca de una presa?
Un inquieto gruñido me avisa que molesto
Y acelero mis pasos;
“Ya me voy, ya me marcho.
Ya sé que no es mi sitio.
Regreso a la ciudad, a mi rutina
Pero aunque tengo que dejar atrás los pinos
Recordad una cosa:
Este sitio es tan vuestro como mío,
Yo también formo parte del sistema.
Porque yo aquí he llorado y he besado
y he corrido,
He recogido setas, visto ardillas
Y el nido de un azor he conocido
La guarida de un zorro o de un conejo,
Y he recogido moras
Y de plantas y flores he aprendido.
Las zarzas llevan algo de mi sangre
Y algunas piedras me han despellejado
¿Creéis que soy un intruso?
Soy Doniños”

Publicado en Lluvia fina el 10 de Abril de 2013.

domingo, 21 de junio de 2015

En el pinar (II)

Mi vista se acompasa a lo que encuentro.
Primero un caracol, luego una ardilla
Una seta cortada y una piña...
Me desborda el azul que va enmarcando
Las copas murmurantes de los pinos.
Escucho sus quejidos, sus queixumes...
para mí es poesía y me reafirmo:
soy atlántico, del norte, allí he nacido.
En las sombras se mueven diminutos
pobladores que parten a Teixido.
"vai de morto, amigo, vai de morto
ya que antes evitaste el ir de vivo".

Y ya salgo y alcanzo el fin del bosque
Y el castro junto al mar sale a mi encuentro.
Acaricio sus piedras, y me siento.
Se está poniendo el Sol, ahora hace frío.
No siento la humedad porque mis ojos
Solo miran al mar y el fin del mundo
Tal vez ruborizado
Me revela sus cárdenos colores.
La sal empieza al poco a hacerse dueña
Del sabor de mis labios,
Y se mezcla el sabor de la resina,
Y el olor de los toxos“¡Oh, Dios mío!
¿Creaste Tú el pinar? No me santiguo
Pues parece animal
Lo que me embarga.
El sudor, el olor, la sal, el frío
¡Cómo quisiera estar aquí contigo
y no escapar jamás!
El sol se ha puesto.
Tengo que regresar por el camino
Y el pinar que mis pasos ha acogido
Me ha empezado a dar miedo:
Ha oscurecido.

Publicado en Lluvia fina el 8 de Abril de 2013.

sábado, 20 de junio de 2015

En el pinar (I)

He dejado el coche a la vera de los pinos,
La guardia sudorosa controla los caminos.
No se oye un solo coche.
No se oye un solo ruido,
A lo lejos, tal vez una rapaz,
Se oye un graznido.
Un par de enamorados pasean.
Suspiros.
Un hombre coge setas que guarda en una cesta.
De pronto una familia con sus niños:
Ahora se oyen gritos.
Al borde del pinar hay unos prados
Y en ellos se solazan dos caballos,
la madre y su potrillo.
Un niño se decide a molestar.
Se oye un relincho.
Un ave echa a volar con el sonido.

Empiezo a pasear y mis sentidos
parecen retornar, ahora mi oído
puede discriminar:
Una rama a mis pies hace un chasquido,
Se repite a lo lejos, inaudito,
el martillar de un pico pica-pinos.
Y casi silenciado, oigo un chillido.
Me pregunto de quién, quizá un erizo.

Publicado en Lluvia fina el 7 de Abril de 2013.

viernes, 19 de junio de 2015

Ya se elevan los tronos

Ya se elevan los tronos
Y la vieja araucaria los contempla
A su abrigo un sinfín de ferrolanos
En silencio contemplan su belleza.

Ya se mueven los tronos
Y la vieja araucaria los contempla
Los sones de la banda me acompañan
Y unas gotas de lluvia me refrescan.

Ya se aleja otro trono
Y la vieja araucaria lo contempla
El dolor en los hombros se soporta
Y unos pocos estoicos los esperan

Ya se abren los paraguas
Y la vieja araucaria se resigna
Capuchones, cofrades que ya han vuelto
Debajo de sus ramas se cobijan.

Ya se mueven las cruces
Y la vieja araucaria con respeto
Asume la alegría que se oculta
Debajo del humilde capuz negro.

Ya se guardan los tronos
Y la vieja araucaria se sonroja
Por el beso que premia los esfuerzos
Que una novia cambió por una rosa.

Ya no hay capuchones
Y la vieja araucaria aún espera
Que se enciendan de nuevo, que iluminen
El racional trazado con sus velas.

Ya no hay nada en las gradas
Y la vieja araucaria sólo sueña
que el fuego y el martillo no se callen
Y que la Magdalena no se muera.

Publicado en Lluvia Fina el 24 de Marzo de 2013.

jueves, 18 de junio de 2015

Voy a hablar

Voy a hablar de la costa
De esa costa
Con sus rocas y riscos

Con sus olas.

Voy a hablar de las olas
De esas olas
Con su espuma y bramidos

En las rocas.

Voy a hablar de las rocas
De esas rocas
Con percebes y lapas

Y gaviotas.

Voy a hablar de gaviotas.
Mis gaviotas
Con su grito estridente.

Voy a hablar de las olas…
De mis olas

Voy a hablar de mis cosas,

De esas cosas:

De gaviotas, de rocas
Voy a hablar de las olas

Voy a hablar de la costa.


Publicado en Lluvia fina el 22 de Marzo de 2013.




Voy a hablar de la costa
de esa costa;
con sus rocas y riscos,
con sus olas.
Voy a hablar de las olas,
de esas olas.
Con su espuma y bramidos
en las rocas.
Voy a hablar de las rocas,
de esas rocas;
con percebes y lapas,
y gaviotas.
Voy a hablar de gaviotas.
Mis gaviotas
con su grito estridente.
Voy a hablar de las olas…
de mis olas
Voy a hablar de mis cosas,
de esas cosas:
De gaviotas, de rocas
y de espuma y de olas
y conforme me formo
va pasando la vida,


Y el hablar de mi vida
es hablar de los riscos
y al hablar de las rocas
y al hablar de gaviotas...


Voy a hablar de mi alma,
voy a hablar de la costa.
Corregida en Lluvia Fina el 15 de Marzo de 2017

lunes, 15 de junio de 2015

Al Sur de Puertollano.

Al sur de Puertollano
He enterrado a mi amada.
Las leyes lo prohíben
Pero no he dicho nada.
Tal vez una pradera
Acoja sus cenizas
O puede que sus huesos
Aproveche una encina.

Al sur de Puertollano
Más allá de las vías
Del camino de hierro
He heredado una finca.
No sé si antepasado
Conocido o amigo,
Pues quedó en el secreto,
O quizá en el olvido.



Al sur de Puertollano
Yo contemplo mis viñas
Protegidas del viento
Por añosas encinas.
¿Quién beberá mi vino?
¿Buscarás los abrazos
Ya parte del pasado
Por sus viejos caminos?

Al sur de Puertollano
En mi mano un ladrillo
Contemplo el sol ponerse
Apoyado en un pino.
El olor de un naranjo
El sonido de un trino
El balar de una oveja
Y el tiempo detenido.



Publicado en Lluvia fina el 21 de Marzo de 2013.


Al sur de Puertollano
he enterrado a mi amada.
las leyes lo prohíben
pero no he dicho nada.
Tal vez una pradera
acoja sus cenizas
o puede que sus huesos
aproveche una encina.

Al sur de Puertollano
más allá de las vías
del camino de hierro
He heredado una finca.
No sé si antepasado
conocido o amigo,
pues quedó en el secreto,
o quizá en el olvido.

Al sur de Puertollano
yo contemplo mis viñas
mientras surcan el viento
las bellas golondrinas.
¿Si es parte del pasado
qué será de mi vino
mientras busco su abrazo
por el viejo camino?

Al sur de Puertollano
de recuerdo embebido
contemplo el sol ponerse
Apoyado en un pino.
El olor de un naranjo
El sonido de un trino
El balar de una oveja
Y el tiempo detenido.


Corregido en Lluvia Fina, en Ferrol.
13 de Marzo de 2017. 

A mi tierra

A mi tierra le debo
mi carácter incierto,
cierta melancolía
y un espíritu abierto.
Por culpa de mi tierra
el cinismo me pide
ante buenas noticias
que siempre desconfíe.

A mi tierra le debo
un amor por la costa
por el musgo y la piedra
que a mi ser reconforta.
Si critico a las nubes
cuando sueltan sus gotas
sólo es para añorarlas
cuando el calor me agota.

A mi tierra le debo
mi familia y mi gente
tratar de ser honrado
y querer ser decente.
Sus hombres esforzados
han seguido el camino
de algún sabio ilustrado
que ya hace siglos vino.

A mi tierra le debo
mi pasión por el vino:
cuando no había mujeres
era un gran lenitivo.
Los que hicieron los muros
y tallaron sus rocas
cambiaron sus efluvios
por besar una boca.

A mi tierra le debo
gran parte de mí mismo,
si no sería un ingenuo
al borde de un abismo.
Porque aquí desconfíamos
de promesas futuras:
nuestra historia demuestra
que las cosas son duras.

A mi tierra le debo;
a mi tierra me debo
cada vez que me mojo
cada vez que me bebo
el fruto de la tierra
y escucho una rondalla
guardado de la lluvia,
esa que nunca calla.

Publicado en Lluvia fina el 27 de Septiembre de 2013

domingo, 14 de junio de 2015

Culpable.

No tengo ganas,
no siento ganas;
tal vez no necesite tener ganas.

Hoy me solazo en el hastío
de un viento que recorre mis entrañas
como un heraldo de tristeza.

Hace tiempo que no siento una alegría
que no venga del tiempo que ha pasado.

Traiciones declaradas,
insidias,
olvidos voluntarios,
ignominia.

¿Por qué cumplo condena de ostracismo?
¿Qué día deje de ser querido?
¿Qué parte es culpa mía o culpa de otros?

(no dejo de sentir que es mejor no conocerme,
pues luzco más por fuera que por dentro).

Y anhelando la lluvia y la tormenta,
el fuego sobre el mar,
olor a tierra
escapar de la sal y de la guerra...

perfecciono rutinas semanales
sólo rotas por leyes estatales.

¡Qué pena ya no ser el que ha crecido!

¡Que pena ser tan soso y aburrido!