jueves, 12 de febrero de 2015

Catorce años

El agua de la ducha reconforta
una fría mañana donostiarra.
No me deja escuchar, pero parece
que se escucha un lamento, como un llanto,
que acallan el fragor que me despierta.

Con sólo una toalla me dirijo
al ínfimo despacho que es mi cuarto;
las miradas me siguen y los ojos
llorosos de una pobre limpiadora
me anticipan la nueva aterradora.

-"Han matado a Ramón".
"-¿Qué está pasando?
He quedado con el, una receta..."
incrédulo, embobado, como absorto,
me enfrento a una verdad tan cruel y enferma:
-"Han volado su coche, fue la ETA."

Me visto como puedo, como algo
y atiendo unas llamadas de la prensa;
-Tenemos que ir al barrio con la viuda.
Asiento y me dirijo hacia el cadalso:
Su cuerpo está esparcido
y hasta un cuarto
han llegado los restos de su brazo.

El cadáver se mezcla con los restos,
amasijo de hierros retorcidos,
de esa vieja chatarra que tenía
que con puntualidad lo transportaba
al trabajo a las seis todos los días.

Y esa tumba que fue ese coche blanco,
lo fue por ser puntual: De madrugada
se subía en el coche como siempre,
en el mismo lugar, la misma hora;
y el cobarde que puso ese artefacto
que destrozó a mi amigo en mil pedazos
lo debió de ver claro, la alimaña,
y ese tipo flacucho y malasangre,
que siempre discutía a todo el mundo,
escéptico y gruñón y buena cosa
se convirtió en mi alma en un recuerdo
que ahora se difumina en mi memoria.

Ya no vas a enseñarme esa receta,
ya no vas a comprarme esas alubias,
no vamos a fumar entre fogones
y no compartiremos desayuno.

Hace catorce años ya de aquello,
y nada se ha arreglado desde entonces;
nunca se investigó tu asesinato,
daños colaterales, lo llamaron.

Y quieren convencernos, malnacidos
de que no pasa nada, que ya es hora
de que reconozcamos que fue duro
también para el verdugo, los muy asnos.

Pero yo sé que no, que por mil años
que viva yo jamás podré olvidarlo
no sé si perdonar será posible
no sé si un día acabará esta guerra,
no se si volverá la valentía
y se alzará la voz contra la pena,
pero sé que cuando te quitan algo
que tú tienes, y quieres y que aprecias
no piensas que jamás llegará el día
en que querrás cerrar algunas puertas.

Descansa donde estés, amigo mío;
yo ahora estoy ya lejos de esa tierra,
de esa calle difusa en mi cabeza
de ese olor que regresa eternamente.
Hay veces que el recuerdo se diluye,
hay veces que regresa con más fuerza,
y hay veces que te veo en las noticias
o en la red, o en listados de tragedias.

Pero no será en vano, no lo temas:
Un día ganaremos los valientes,
los decentes y honestos que pensamos
que matar escondido es vergonzoso
que abusar es dejar de ser humano
y que Dios ha de estar de nuestra parte
pues tratamos al mundo como hermanos.

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