sábado, 8 de noviembre de 2014

Versos de un soldado.

Diecisiete de octubre,
una hoja en blanco.
el sol de otoño, cálido y brillante
se acerca hacia poniente:
Es media tarde.
Inconcluso en mi oficio de soldado
intento relajarme;
ni las moscas
ni un olor a almazara, penetrante,
me permiten perder el sentimiento
de ser un pez muerto en las arenas de El Alquián.
Porque llegar a mí es muy fácil en lo bueno,
y también es muy fácil en lo malo.
Mi alfanje agarro firme mientras llega
la embestida final: Allá a lo lejos
el Reyno de Almería y una flota
que apenas se recorta entre la niebla,
y no puedo dejar de preguntarme
¿Sera flota enemiga o salvadora?
Porque si es lo primero
ya ha llegado mi hora.
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En la hora postrera
de una infernal jornada
espero el momento en que el pájaro de hierro
nos transporte de vuelta a nuestra nave.
Dejo atrás el polvo,
salado del sudor de las legiones
y levo anclas hacia las Columnas de Hércules,
con la certeza de que esta vida en constante guerra
protege la paz de nuestros hijos.

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