jueves, 23 de marzo de 2017

Rapsodia en negro.

Escampa una nube negra que por dentro me aturde
no existe nada bueno ni sencillo,


y nada urge.



La abulia de saber que es primavera
y que se va el invierno, que es eterno;
sentir, pensar, soñar, seguir viviendo
tratando de alcanzar al mismo sueño.



Aparejo bajado y la tormenta
a punto de llegar
                                                   y abajo fiesta,

ignorante del fuego y de la muerte
de la angustia y zozobra
que le acecha.




Se rompe el pie o se alarga, ya no hay reglas
y se sigue, se fija, se mantiene
-melancólico afán de progresía-
una rima que muere contra el tiempo
y conduce a la vaga poesía
sin tener a tenor de lo que dice
ni un sólo cabrestante como guía.



Buscando una palabra
o una rima
o un tempo que la mude
siempre pura, porque es como Platero,
sensual como Zenobia sin ropajes,
brillante y machadiana en un espejo,
de Manrique y Berceo en el origen,
ignorando un corsé que no le agobia
mientras sigue el latir del tableteo,
del poeta de hoy eterna novia.





¿Qué cuando comencé?
No lo recuerdo
¿Qué no hay por qué seguir?
Estoy de acuerdo;
pero ahora que ya es tuya y ya no es mía
poco más puedo hacer.
Melancolía.

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