jueves, 24 de mayo de 2018

Pedroso.

Me adentro en la penumbra
a encontrar el murmullo de las ninfas
y dejarme mecer por el arrullo
que detiene el vivir y te transporta.
En vano he arañado mis rodillas
pues el umbrío sendero está vacío:
Ya hace tiempo se fueron de la tierra.

Tal vez el erotismo de la selva,
del murmullo del río, de ese aire
que al final emborracha y te transporta...
¡qué se yo! Ya no hay tiempos detenidos
y por más que me adentro en la penumbra
y que el sol me motea entre las ramas
no oigo el canto hechizado de las diosas.

Otra vez lo he intentado ¿Cuántas veces
me dejaré llevar por un sendero
del que encuentre el final?
No es lo que quiero:
Quiero un día vagar y despertarme
en un parnaso oculto que me acoja
y me aparte de todo lo que ensucia
la esencia de mi ser y mi presencia.

Y así poder al fin, de mí desnudo,
con las heladas aguas envolviendo
al mismísimo yo estaré en la roca
escuchando una lira o una flauta
contemplando sus lívidas figuras
casi etéreas de luz y de misterio
de bellas ninfas puras y en sus bocas
tal vez ver los arcanos de mis sueños...


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