sábado, 4 de octubre de 2014

Mente en blanco

Un pasto de verde fosforescente,
una nube anaranjada en el ocaso,
las primeras estrellas en el cielo.
No me gusta este tiempo en el que vivo,
cargado de egoísmos, de torpeza,
y de falsas certezas.
Y ahora que dicen que los hombres ya sabemos leer
Yo me pregunto, atónito ¿De que nos sirve
si somos incapaces de entender lo leído?
Nos muestran un anzuelo con un cebo
y lo mordemos,
creyéndo que hemos dado con la clave,
sintiéndonos eternos.
Después llega el momento, se repite
un drama de gigantes proporciones
y vemos en las cárceles a amigos
por no ser lo que deben,
y llevamos un exiguo ramillete
a la fosa en que reposan las cenizas
de nuestros allegados.
Pero no lo temimos: Nunca vemos
al más fiero caballo de los cuatro jinetes:
La guerra ya ha llegado y hay traidores,
también hay enemigos,
y hay espías...
nosotros lo negamos: Qué disgusto
perderse el gran partido de mi equipo,
los pechos de una actriz venida a menos,
las copas de los viernes...
Cuando estemos atados a este mundo
con la cadena al cuello de la guerra,
sin mayor libertad que un pajarillo
metido en una jaula,
entonces pensaremos que de acuerdo,
que hay sables levantados;
confundimos su ruido con bravatas...
y nos equivocamos.

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