jueves, 12 de junio de 2014

Confesión.

Con un Cristo de piedra vigilando
que se ha puesto algo verde en el invierno
y el sonido lejano de un mugido
frente a un campo de trigo ya segado.

Recordando el sabor de una merienda
que me dieron sus manos sin aliento
ya quedan menos cosas de las de antes
y de ensueños mi vida ya despierta.

Porque soy diferente, más preciso,
más consciente del fallo y del pecado
del arrepentimiento estoy al tanto
de tantas penitencias que he sufrido.

Propósito no sé si tengo siempre
mas cuido de enmendarme en mis continuos
deslices aunque se que a nadie dañen
pues se que me convierten en conspicuo.

Y no quiero que piensen los cercanos
que seré perdedor de capitales
pecados cual la gula o la lujuria
la pereza o codicia en esta jungla.

Porque aunque hay buen salvaje no es lo mío
y en mi naturaleza el raciocinio
me dice que modere mis costumbres
 por austero es mejor ser conocido.

Y el día en que me veas desbordado
cometiendo algo malo que rechace
en mis versos recuerda, buen amigo:
Mañana voy a estar arrepentido.


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