martes, 22 de diciembre de 2015

Alguien

¿Más alto? ¿Más fuerte?

¿Más listo?

¿Pero tú, qué eres más que alguien?



¿Qué es lo que ha alimentado a tu soberbia
hasta convertirla
en ese monstruo descontrolado
poseedor de la verdad,
defensor de su discurso
pese a todo?


¡Y qué humanos todos
que te siguen en el éxito, radiantes
aquellos que te ignoraban
y contra quienes conjurabas
en los fríos recreos de tu fría niñez!


Porque en tu vida llovía,
no hay más que verte,
y encerrado en el baño buscabas
el vano consuelo de un beso fugaz,
de un beso fugaz que nunca vino,
y ahora los tienes

y aunque quieres convencerte de que son tuyos
sabes que son sólo de la idea que tienen de ti...


de la idea que muestras de ti.


¿Por qué crees que eres más que alguien?

¿Qué mérito adorna tu pecho
además del discurso copiado,
además del mandato acatado?


¿De verdad crees en ti de ese modo?
¿No has pensado, tal vez, que un abismo
puede haber en la noche serena
y que caigas llevando contigo a los tuyos
contemplando tal vez arrobados
la belleza candente de la luna llena?


¿Por qué sabes que eres más que alguien?

¿Quién te ha dicho que has logrado algo?
¿Y quién que ese algo es más que otro algo?

¿Es mediocre el lugar que ocupabas?
¿Quién te dio la bandera que ondeas?

Sólo espero que triunfes en algo,
que tu esfuerzo no sea un fracaso
que no tenga que ver más cenizas y que,
desde el patio,
sólo se oigan de niños las risas.


No te creas caudillo, Quijote,
que sin Sancho no llegas a nada
y recuerda que tus posaderas
en el viejo rocín Rocinante
cada día se vuelven más viejas.

¿Por qué intuyes que eres más que alguien?

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