sábado, 12 de diciembre de 2015

La rama cortada

Me pides recordar un mediodía
de un tardío verano o pronto otoño
una tarde de luz y de desgracia
en una encorsetada y fija  forma.

No recuerdo a Mariano en cuatro versos
ni en catorce ni en mil
pues lo recuerdo
de un modo entre informal y divertido
recuerdo que horas antes en Amboage
le reñí porque no había estado en casa
y creo que es el único de todos
que no me ha visitado hasta la fecha.

Cuando suena el teléfono me muero
y nace otra persona más serena;
se paran tantas vidas al instante
que nació un árbol nuevo
de la rama cortada abruptamente.

Ahora como si esquejes replantados
han nacido otros árboles frondosos
no todos te recuerdan, tío Mariano
pero todos sabemos que eras bueno,
que tus hijos lo son y que tu santa,
aunque de nombre incierto y algo falso,
son reflejo de un ser maravilloso,
de un buen hijo, buen padre y buen hermano
algo torpe y feliz que con sus hechos
nos legó un impagable testamento
que es tener un ejemplo permanente
y una ausencia feliz
una vanguardia
un faro en este mundo tan difícil
un santo allá en el Cielo, y en la mente
un ser maravilloso, irrepetible
un recuerdo feliz
de un mundo sano
de abrazos, de ternura y de sonrisas
y de un suspiro breve, de una prisa
por vivir y cumplir con lo ordenado.

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