martes, 11 de marzo de 2014

Fantasía.

No me suele gustar el ser el centro
de atención si no estoy entre los míos.

Soy así: Ni mejor ni peor que otros;
ni discreto, ni tímido, ni frío.

Sí bocazas, a veces metepatas,
destemplado a rabiar, algo cenizo...

¿Y qué importa quién sea y cómo sea?
Se supone que importa cómo escribo...

...por lo menos que importa lo que escribo...

¿O tal vez lo que importa es que escribo?

Ni una cosa ni otra o la contraria:
Nada importa;
                                                                quién lea o quién escriba

es no sólo accesorio, sino inútil
para todos si no nos mueve el texto
como autores, lectores o aun oyentes
a hacer algo mejor -o por los nuestros
o por alguien al que ni nos debamos-.

Así debemos ser y por desgracia...

¿Recuerdas el lluvioso día en que fuimos al pueblo olvidado?

¿Recuerdas cuando nadamos a la luz de la luna?

¿Recuerdas aquel beso frente al fuego en el bosque?

¿No?

¿Y el olor de la primera rosa que te regalé?

¿Es que no me has acompañado en este viaje?
¡Entonces, si he estado solo,
todo mi esfuerzo no sirve de nada!

¿No ves que esto lo hago para que con tu espada
te enfrentes a monstruos, dragones, arpías...?


¿Acaso crees que no debes usar la fantasía?

¡Aaay... qué estúpido y vano intento ha sido todo!

Seguro que ni siquiera te has imaginado que...

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