¿Y quién va a escribirlo si tu pluma se calla?
Ni siquiera se te ocurra pensar que no hace falta:
Dilo en voz muy alta,
lanza tu mensaje a los cuatro vientos;
el que lo reciba sabrá de qué hablas,
y tú sabrás que lo ha entendido,
y por eso repito: No temas amigo,
tu secreto está a salvo conmigo.
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