miércoles, 16 de abril de 2014

El animal político.

Me acusarán al fin de ser sectario
y dirán de mis versos que no hubo compromiso
pese al cambio que el mundo necesita,
cuando tan solo buscaba ser la mota
de polvo que no deja ver al ojo
y que le hace llorar, mover los párpados
aleteando cual inquietas mariposas
y nos hace querer sacárnosla de en medio
para poder pensar en otra cosa.

Y el día que me achaquen el defender a un lado
de izquierdas o derechas me habrán posicionado
¿Querer que el mundo gire sin estorbos del hombre
supone una política tendencia?
¿Cuidar lo natural es pues de izquierdas?
¿Creer en que Dios existe es de derechas?
¿Quién es ese cretino que reparte etiquetas?

Porque yo, como todos, a veces tengo ideas;
me gustan los senderos de mi tierra
y la Semana Santa limpia y quieta,
y creo que la moral es necesaria
y no me siento hostil hacia las reglas...
sin que ello a mí me reste rebeldía,
que no es, al fin, sino querer que cambien
las cosas que están mal en el planeta,
tener un ideal en nuestra vida
defenderlo y buscar siempre una meta.

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