miércoles, 21 de mayo de 2014

Lanzarote.

Tengo un recuerdo de un ocaso
negro, verde y rojo
del sabor del mar en un plato de lapas
con mojo.

Tengo un recuerdo del sabor de un vino joven
que sabía a fuego al decir de los oriundos.

Ventanas de colores en casas blancas,

y coladas de lava.

Tengo un recuerdo conejero de sabor a queso
y de olor a lluvia y a brezo.

Y tengo el color de un salmón ahumado en las retinas
con el vidrio azul de una botella,
el negro del picón
el verde del Golfo
la blanca espuma de los Hervideros
y la cálida quietud de Timanfaya.

Tengo el sabor de un beso en los labios,
y el sonido de un ave marina
que gritaba mis noches serenas entre cactus y palmeras.

Y de cuevas, leyendas, amor y quietudes.

Tengo el blanco sobre la tierra marrón
y a Manrique y su monótono discurso
que me hizo saber lo que quería ver.

Tal vez un día mi barco recale en ti de nuevo
y las sales de Janubio den sabor a mis platos
y vea otro ocaso sobre Uga
y en mis pupilas queden el negro, el verde y el rojo...

y tal vez esta vez se queden para siempre.

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