martes, 6 de mayo de 2014

Ala de cuervo.

Ya no mana leche de tus secos pechos
y una sequedad inhóspita anida en tu regazo.
Causas espanto en los que te conocieron:
egoísta, dejaste que la decadencia te envolviera
y no pensaste jamás en que con algo de tu parte
podrías haber sido fecunda en ricos frutos.
Y en cambio mírate ahora, con tus ramas sin hojas:
¿Asumirás que no hay más culpable que tú,
o echarás la culpa a otros, como siempre?

Porque todo aquel que probó de tus labios las mieles
sabe que en tu esplendor nadie te igualaba,
y ahora, pávidos, contemplan
como te llega el crepúsculo de forma prematura.
Y por eso yo te digo, no... Te ordeno que te levantes,
y te enfundes en las sedas del pasado:
Ya sabemos que tu vida ha sido dura,
pero no es menos cierto que las penas templan
y que aquellos que seguimos siendo fieles
queremos que regreses a lo que fuiste anteriormente:
Una maravilla por nada superada.

Y en tu belleza oscura de luna nochera
recuerdo ese brillo que vieron tus hechos
y envuelta en negritud, ala de cuervo,
enseñabas las perlas desafiantes que te dio el Creador.

No te rindas, entonces, y afirma tus pasos:
Saldrás de tu fosa antes de que las palas
la llenen de tierra:
Todavía no ha llegado ese momento
en que tendrás que rendir cuentas y pagar por los talentos;
pero recuerda que un día ya no habrá oportunidades.
Recuérdalo, noche, recuerda que es cierto.

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