viernes, 26 de septiembre de 2014

Soy tu madre, hijo mío.

He de contarte algo que no sabes
y es que yo he decidido que no nazcas;
pero no creas, hijo, que me siento culpable:
Me he pasado la vida escuchando que tengo derecho,
me lo han grabado a fuego en las entrañas:
Las mujeres somos libres para hacerlo
porque es nuestro cuerpo.
 
Y escuchar que decidimos
al ser las que parimos sin hacerlo
nos ha dado esa fuerza
que da el no tener remordimientos.
 
No mnacerás, hijo mío:
Un médico hipócrita te cortará en pedazos
te llamará embrión
 
y negará tu humanidad
 
acallando su conciencia por lo perpetrado.
 
La sociedad dará rango de hecho
y lo legislará: Se llama aborto,
y para que sea gratis y más limpio
en las doce semanas has de hacerlo,
y si no inventamos que está muerto,
que viene malformado
y por supuesto
alega que no es algo deseado
(en cada discusión diré lo mismo
porque ese es el mantra señalado
¿Querrás que nazca el niño de una pobre
menor porque una bestia lo ha violado?)
 
Y así te mataremos, hijo mío,
pero no te preocupes por tu madre:
Mi conciencia está limpia, no es delito...
la sociedad lo acepta, no es mal visto...
y como Dios no existe y después de esto
no hay ni Cielo ni infierno tenlo claro:
 
Tu vida se ha acabado en el momento
en el que yo decido que abortado
serás, por eso no eres hijo mío:
Porque  yo no lo quiero, el cuerpo es mío
y no voy a dejar que me incomodes,
y no sufras por mí que no es pecado.
 

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